Un tema recurrente en Unamuno es el sufrimiento,
porque "el sufrimiento es la sustancia de la vida y la raíz de la personalidad, ya que solo el sufrimiento nos hace personas".
Sólo en el sufrimiento el hombre reconoce al hombre como hermano; "el hombre de carne y hueso; el hombre que nace, sufre y muere, sobre todo, quien muere; el hombre que come y bebe y juega y duerme y piensa y quiere; el hombre que es visto y escuchado; es el hermano, el verdadero hermano."
En nuestro sufrimiento reconocemos el sufrimiento de Cristo, que es la expresión misma del sufrimiento de Dios.
El sufrimiento es agonia (ἀγωνία) que es lucha, y la lucha de hecho produce sufrimiento. Pero lleva a conocerse a sí mismo: en el sufrimiento de la lucha uno se conoce a sí mismo.
Sobre todo finalmente sabes de qué lado vas a estár.
«El cristianismo es como el cólera que pasa sobre un país para arrebatar a cierto número de elegidos, y después desaparece.» Esto le oyó el padre Jacinto a M. Gazier, el último de los jansenistas, en una cena –un simposion– el 25 de enero de 1880. Y la civilización, ¿no es alguna otra enfermedad que se lleva, por la locura, a sus elegidos? El cólera, al fin, se lleva pronto a los hombres. Para M. Gazier, el cristianismo era una enfermedad. La civilización es otra. Y en el fondo son acaso una sola y misma enfermedad.
Aquí nos parece que Unamuno se hace eco de la perspectiva agustiniana de las dos ciudades.
La lucha (o incluso la pereza de los que prefieren no luchar) de hecho hace tomar partido de un lado o del otro.
De hecho, san Agustín consideraba dos grandes grupos o categorías de hombres: aquellos que «se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios» y aquellos que «aman a Dios hasta el desprecio de sí mismos». Los primeros constituyen la ciudad terrena; los segundos constituyen la ciudad de Dios.
Y esa enfermedad de la cual habla Unamuno va a arrastrar con sigo, como el cholera, los que que están del lado de la civilización del mundo terrenal (saeculum ***), mientras que el cristianismo que es lucha (ἀγωνία) va a seleccionar (elegir) aquellos que van a pertenecer a la ciudad de Dios en virtud de la lucha misma y del sufrimiento mismo. El sufrimiento de vivir, la enfermedad, es la misma cosa para todos, pero la enfermedad también distingue entre los que sucumben a la enfermedad y los que se recuperan. Y los que se han sanado, se han sanado, porque han luchado y vencido contra la enfermedad del mundo.
***Sobre este concepto https://princasvilniuje.blogspot.com/2022/02/il-concetto-di-saeculum-in-santagostino.html
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