Es asunto fundamental de la escritora chilena Nona Fernandez (en su novela "Voyager") que lo que somos, es en realidad el resultado de una infinita historia de vínculos morales, afectivos, espirituales y de carne también que tiene su origen desde el inicio del cosmo hasta el presente. Y Fernandez trata bastante bien el sujeto.
Su asunto entonces es consiguiente y por eso hace nos reflexionar sobre el relato de la Génesis, es decir, que al principio del universo hay la creación y si la creación está en relación con la luz a raíz de eso se puede decir que nuestro origin es un origen de luz. El ser humano es un ser compuesto porque lo que es indistinto no es compuesto, Y la luz (fiat lux) fue lo que separò lo que era indistinto (terra autem erat inanis et vacua, et tenebrae super faciem abyssi, et spiritus Dei ferebatur super aquas) para hacerlo distinto (et vidit Deus lucem quod esset bona et divisit Deus lucem ac tenebras. Appellavitque Deus lucem Diem et tenebras Noctem. Factumque est vespere et mane).
Y siendo así el ser humano tiene un origen de luz porque la luz es causa de la distinción.
Lo mismo apóstol Paulo confirma eso, que somos hijos de la luz : Omnes enim vos filii lucis estis, et filii diei; non sumus noctis neque tenebrarum.
Luz y verdad están amarrados. La búsqueda de la luz es la búsqueda de la verdad y viceversa.
En cada ser humano hay luz y verdad y la sed de verdad y de luz albergan en cada ser. Todavía la mayoría es estructuralmente incapaz de mirar en sí mismo y a la luz interior, porque son más estructurados a vivir en la tinieblas y en las mentiras, y lo prefieren también.
Su asunto entonces es consiguiente y por eso hace nos reflexionar sobre el relato de la Génesis, es decir, que al principio del universo hay la creación y si la creación está en relación con la luz a raíz de eso se puede decir que nuestro origin es un origen de luz. El ser humano es un ser compuesto porque lo que es indistinto no es compuesto, Y la luz (fiat lux) fue lo que separò lo que era indistinto (terra autem erat inanis et vacua, et tenebrae super faciem abyssi, et spiritus Dei ferebatur super aquas) para hacerlo distinto (et vidit Deus lucem quod esset bona et divisit Deus lucem ac tenebras. Appellavitque Deus lucem Diem et tenebras Noctem. Factumque est vespere et mane).
Y siendo así el ser humano tiene un origen de luz porque la luz es causa de la distinción.
Lo mismo apóstol Paulo confirma eso, que somos hijos de la luz : Omnes enim vos filii lucis estis, et filii diei; non sumus noctis neque tenebrarum.
Luz y verdad están amarrados. La búsqueda de la luz es la búsqueda de la verdad y viceversa.
En cada ser humano hay luz y verdad y la sed de verdad y de luz albergan en cada ser. Todavía la mayoría es estructuralmente incapaz de mirar en sí mismo y a la luz interior, porque son más estructurados a vivir en la tinieblas y en las mentiras, y lo prefieren también.
Y esto provoca la llegada total de las tinieblas porque el ser humano abandona el camino de la luz o del amor de Dios y queda condenado a las tinieblas, como señala San Agustín: scientia creaturae in comparatione scientiae Creatoris quodam modo vesperascit, itemque lucescit et mane fit, cum et ipsa refertur ad laudem dilectionemque Creatoris; nec in noctem vergitur, ubi non Creator creaturae dilectione relinquitur. [1]
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[1] El conocimiento del ser humano en comparación con el conocimiento del Creador tiende a convertirse en tinieblas [vesperascit]. Se convierte pero en aurora y mañana [i.e.luz] cuando el mismo conocimiento del ser humano se convierte en alabanza y amor hacia el Creador: [nunca] se convierte en noche cuando el Creador no es abandonado por su amor hacia el ser humano. (De Civitate Dei, XI. 7)
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