केनेषितं पतति प्रेषितं मनः केन प्राणः प्रथमः प्रैति युक्तः
केनेषितां वाचमिमां वदन्ति"¿Movido por qué vuela la mente dirigida?¿Unido por qué sale primero el aliento vital?
¿Por medio de qué se dirige este discurso que hablan?
(Kena Upanishad 1:1)
Más allá del hombre hay un qué que, si bien no pertenece al hombre, le pertenece. El hombre es el medio a través del cual "lo que no tiene naturaleza de vida" se convierte en parte de la vida. Lo inmaterial entra en lo material por estas puertas: mente, aliento y palabra.
Sin embargo, queda la pregunta sin resolver: केन, kena, '¿por qué?' ¿De qué se originan la mente, la respiración y la palabra? Estos elementos trascienden al hombre porque se originan más allá de él.
Pero ese केन, kena, necesita la carne, los huesos y la palabra de la humanidad real para encontrar expresión en el mundo. Ya san Agustín había hecho una distinción entre dos mundos diferentes (civitates): [...] civitates duas secundum Scripturas nostras merito appellare possemus. Una quippe est hominum secundum carnem, altera secundum Spiritum vivere in sui cuiusque generis pace volentium [...] dos ciudades, según el lenguaje de nuestras Escrituras. Una está formada por los que quieren vivir según la carne, la otra por los que quieren vivir según el espíritu (De Civitate Dei, XIV, 1).
Y como dijo Nietzsche desde un punto de vista completamente diferente: [...] die herrlichsten Farben aus niedrigen, ja verachteten Stoffen gewonnen sind [...] los colores más maravillosos se obtienen de materiales humildes, incluso despreciados, [...]
Más allá del hombre hay un qué que, si bien no pertenece al hombre, le pertenece. El hombre es el medio a través del cual "lo que no tiene naturaleza de vida" se convierte en parte de la vida. Lo inmaterial entra en lo material por estas puertas: mente, aliento y palabra.
Sin embargo, queda la pregunta sin resolver: केन, kena, '¿por qué?' ¿De qué se originan la mente, la respiración y la palabra? Estos elementos trascienden al hombre porque se originan más allá de él.
Pero ese केन, kena, necesita la carne, los huesos y la palabra de la humanidad real para encontrar expresión en el mundo. Ya san Agustín había hecho una distinción entre dos mundos diferentes (civitates): [...] civitates duas secundum Scripturas nostras merito appellare possemus. Una quippe est hominum secundum carnem, altera secundum Spiritum vivere in sui cuiusque generis pace volentium [...] dos ciudades, según el lenguaje de nuestras Escrituras. Una está formada por los que quieren vivir según la carne, la otra por los que quieren vivir según el espíritu (De Civitate Dei, XIV, 1).
Y como dijo Nietzsche desde un punto de vista completamente diferente: [...] die herrlichsten Farben aus niedrigen, ja verachteten Stoffen gewonnen sind [...] los colores más maravillosos se obtienen de materiales humildes, incluso despreciados, [...]
(Menschliches, Allzumenschliches, Erstes Hauptstück)
La carne en sí misma, en su naturaleza, no es mala; incluso San Agustín lo admite: [...] quid sit secundum carnem vivere (quod profecto malum est, cum ipsa carnis natura non sit malum) [...] qué es vivir según la carne (que ciertamente es mala, aunque la naturaleza misma de la carne no es mala) [...] (De Civitate Dei, XIV, 2.2).
Por eso ese केन puede adherirse a la carne y ser lo que es y será."
La carne en sí misma, en su naturaleza, no es mala; incluso San Agustín lo admite: [...] quid sit secundum carnem vivere (quod profecto malum est, cum ipsa carnis natura non sit malum) [...] qué es vivir según la carne (que ciertamente es mala, aunque la naturaleza misma de la carne no es mala) [...] (De Civitate Dei, XIV, 2.2).
Por eso ese केन puede adherirse a la carne y ser lo que es y será."
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