Se corre el riesgo de poder pensar que quienes no buscan la verdad lo hacen porque están predeterminados a hacerlo. Pero como aclara San Agustín, este no es el caso. Desde el principio se nos da la posibilidad de decidir. Depende de nosotros en nuestro libre albedrío decidir si permanecer en el bien que se nos ha dado desde el principio o elegir el mal. La elección, obviamente, siempre tiene lugar siguiendo ciertos signos que aparecen a nuestro alrededor, estamos inmersos en un sistema de naturaleza creada, y a través de este sistema estamos interactuatos y conectados con Quien puso en marcha todo este sistema, en términos laicos con el Momento-Cuando-El-Sistema-Originó.
De hecho San Agustín dijo [1] naturae competit esse cum Deo: Pertenece a la naturaleza estar con Dios. Porque sine dubio, ubi est vitium, natura non vitiata praecedit: sin duda, donde hay vicio, una naturaleza non viciada precede
[1] De Civitate Dei XI, 17
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