El hombre que no busca la verdad no la busca porque haya sido creado por un factor distinto de la verdad, sino porque ha decidido, a sabiendas o sin conocimiento, no permanecer en la verdad, aunque se le haya permitido permanecer en la verdad, como ejemplifica bien San Agustín hablando del Mal por excelencia: el Diablo, o el ángel caído: Ille [Diabolus] homicida erat ab initio et in veritate non stetit... non dixisse Dominum: A veritate alienus fuit; sed: In veritate non stetit, ubi a veritate lapsum intellegi voluit, in qua utique si stetisset, eius particeps factus beatus cum sanctis angelis permaneret (Augustinus, De Civitate Dei, XI, 13)
"Desde el principio, él [El Diablo] fue homicida y no permaneció en la verdad.... el Señor no dijo: "Era de otra naturaleza que la verdad", sino: No se mantuvo en la verdad. Quería hacer comprender precisamente la caída de la verdad, porque si hubiera perseverado en ella, de la que era partícipe, habría permanecido feliz junto con los santos ángeles."
"Desde el principio, él [El Diablo] fue homicida y no permaneció en la verdad.... el Señor no dijo: "Era de otra naturaleza que la verdad", sino: No se mantuvo en la verdad. Quería hacer comprender precisamente la caída de la verdad, porque si hubiera perseverado en ella, de la que era partícipe, habría permanecido feliz junto con los santos ángeles."
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