En esta situación completamente deprimente, se vio arrojada al final de las vacaciones, ahora que ya estaba de nuevo en su casa, haciendo un balance de las ventajas e inconvenientes, de los gozos y las penas que llevaba en aquel momento a causa del apellido de un padre que una vez muerto había comenzado a tener éxito gracias a un libro y se estaba volviendo famoso, cosa que el nunca había pensado. Y lo trágico de todo esto era que no podía decir lo que sentía, porque nada de lo que dijese serviría para explicar a qué herencia la había arrojada su padre. Para entender lo que le pasaba, se habría tenido que haber vivido con él como ella había vivido, cuando no era un escritor célebre, iconoclasta y revolucionario, como la gente lo consideraba ahora. Su padre era su padre y para siempre habría sido el mismo padre que ella había conocido cuando era su hija menor y nunca el célebre escritor que la gente hoy queria que fuera.
Comments
Post a Comment